La importancia de la diversidad biológica para el Perú y para la adaptación climática
Por: Dani Rivera
El 22 de mayo de 1992 se aprobó el Convenio sobre la Diversidad Biológica, un acuerdo internacional impulsado por la Organización de las Naciones Unidas que constituye un instrumento internacional para «la conservación de la diversidad biológica, la utilización sostenible de sus componentes y la participación justa y equitativa en los beneficios que se deriven de la utilización de los recursos genéticos». El pasado 22 de mayo, se cumplieron 25 años desde la aprobación de este acuerdo que a la fecha ha sido ratificado por 196 países, entre ellos el Perú.
Según este convenio, se entiende por biodiversidad a “la variabilidad de organismos vivos de cualquier fuente [animales, plantas, hongos, algas, etc.], los ecosistemas terrestres y acuáticos y los complejos ecológicos de los que forman parte; comprende también, la diversidad dentro de cada especie y de los ecosistemas”. Es decir, comprende a todas las variedades de organismos que existen en la tierra, pero también a los complejos sistemas de los que estos organismos forman parte.
Este último es un punto de suma importancia, pues significa que la diversidad biológica también es el vínculo que une a los organismos en ecosistemas interdependientes en los que cada uno de ellos tiene un papel determinado. La pérdida de alguno de sus componentes puede significar cambios irreversibles en la calidad de los ecosistemas, en su provisión de servicios o incluso su desaparición.
¿Pero qué tiene que ver eso con nosotros? Esta pregunta es muy relevante en un país tan rico como el nuestro. El Perú es el sexto país más diverso del mundo, alberga cerca del 20% de todas las especies de aves y cerca del 10% de todas las especies de mamíferos del mundo (Butler 2016). Esto se debe en parte a que el Perú está ubicado en uno de los puntos de mayor diversidad de la Tierra (Hotspot), conocido como Andes Tropicales. Pero también responde a que hemos podido mantener en buena medida la integridad de la mayor parte de nuestros ecosistemas. Por ejemplo, ya sea a través del establecimiento de áreas naturales protegidas, o a través del manejo adecuado y sostenible de los recursos naturales, buena parte de nuestra Amazonía goza todavía de un relativo buen estado de conservación.
El Estado peruano, reconoce la inmensa contribución de los territorios de los pueblos indígenas (Comunidades Nativas) a la conservación de la diversidad biológica, de los ecosistemas y de los servicios ambientales que estos proveen. Es por eso que, en los últimos años y en el marco de convenios internacionales con países desarrollados como Noruega y Alemania, se han implementado programas de compensación por conservación, dirigidos a comunidades nativas. Un ejemplo de esto es el Programa Nacional de Conservación de Bosques que compensa a las comunidades que aún cuentan con grandes extensiones de bosques intactos, en zonas del país amenazadas por la deforestación, con diez soles al año por hectárea conservada, a cambio de que este dinero sea invertido en la implementación de planes comunales de desarrollo sostenible.
Para nosotros, este reconocimiento de parte del Estado peruano es muy importante, considerando que la tarea primordial del Centro para el Desarrollo del Indígena Amazónico – CEDIA ha sido el reconocimiento del derecho territorial a los pueblos indígenas de la Amazonía Peruana, a través de la titulación de comunidades nativas y que estamos convencidos de que una hectárea titulada a una comunidad fortalecida, es una hectárea ganada para a conservación. A lo largo de sus 35 años, CEDIA ha contribuido al reconocimiento y titulación de más de 300 comunidades nativas, lo que representa alrededor del 30% del total de comunidades nativas tituladas en el país y alrededor del 40% de superficie. Aún seguimos trabajando en ese esfuerzo para cerrar la brecha de comunidades que todavía no cuentan con este derecho. También, de la mano de estas comunidades, organizaciones indígenas y otras organizaciones de la sociedad civil, hemos participado del establecimiento de 9 Áreas Naturales Protegidas (alrededor de 3.5 millones de hectáreas) en los puntos de mayor biodiversidad del país, como al Sureste de Loreto, Güeppí al norte de Loreto y la cordillera de Vilcabamba en Cusco.
Por otro lado, no debemos perder de vista la estrecha relación que existe entre la diversidad biológica y la inmensa diversidad cultural de nuestro país. En el Perú existen más de 50 grupos étnicos con una cultura e idioma propio, que han sabido hacer un uso particular y apropiado de los recursos naturales y han contribuido de esta forma a enriquecer la diversidad biológica de nuestro país. El ejemplo más conocido es la gran cantidad de variedades de papa que existen en nuestro país. Se estima que en existen más de tres mil variedades de papa, cada una de ellas con características distintas, pero también con distintas capacidades para soportar condiciones y climas adversos. Variedades que son capaces de soportar heladas, lluvias intensas, sequías y que pueden crecer en diferentes pisos altitudinales. Nuestros antepasados desarrollaron el conocimiento y la capacidad de domesticar y usar de forma inteligente cada una de estas variedades de acuerdo a sus necesidades, pero fueron más inteligentes todavía al entender que esta gran diversidad nos hace más resilientes*. Gracias a ello, gran parte de esta diversidad se ha conservado hasta nuestros días.
La papa no es el único ejemplo de como la diversidad no sólo nos hace más ricos, sino más resilientes. Los pueblos indígenas de la Amazonía han desarrollado una gran variedad de cultivos adaptados a su medio y sus formas de vida, variedades de maíz, sacha papa, yuca y frejol, por dar algunos ejemplos, que son desconocidas para la gran mayoría de peruanos, pero que los pueblos indígenas amazónicos han sabido cultivar. Muchas de estas variedades son las que ahora les permiten adaptarse a un clima cambiante. Actualmente, CEDIA está trabajando de la mano de varias comunidades Ashaninka y Machiguenga del valle del río Apurímac, para rescatar estas variedades, que sufrían el riesgo de ser reemplazados por las demandas del mercado, pero que han demostrado adaptarse mucho mejor a las condiciones adversas. La implementación de chacras integrales con estas variedades nativas, ha demostrado ser una excelente estrategia de adaptación al cambio climático.
Esta discusión sobre la importancia de la diversidad biológica y su rol crucial en la adaptación de las poblaciones rurales al cambio climático, toma mayor relevancia a la luz de las noticias recientes. La lamentable decisión del presidente de los Estados Unidos de Norteamérica de retirar a su país del acuerdo climático de París, hace necesario revalorar el papel de la diversidad biológica en la adaptación al cambio climático. Sobre todo, considerando que América del Sur y en particular el Perú, es uno de los países que más sufre las consecuencias negativas del cambio climático.
*Resiliencia: Capacidad de afrontar la diversidad / Capacidad de adaptarse al cambio.