En el Perú, la comercialización de los frutos de palmera en mercados locales ha representado, desde hace mucho tiempo, una fuente importante de ingresos para muchas familias de la región amazónica; sin embargo, no fue sino hasta hace unas décadas que su venta en mercados comenzó a crecer exponencialmente debido al interés y la demanda de las industrias alimentarias, farmacéutica y, principalmente, cosmética.
Los frutos de las palmeras amazónicas (recursos forestales no maderables), como el aguaje o el ungurahui, ofrecen importantes beneficios para la salud, y su alta demanda en mercados nacionales e internacionales podría representar una oportunidad para mejorar la calidad de vida de muchas comunidades nativas y campesinas de la Amazonía, que enfrentan limitaciones económicas.
Esta oportunidad económica parece una alternativa viable para la comunidad nativa España – Río Blanco, ubicada en el distrito de Soplín, provincia de Requena, con quienes el CEDIA ha venido trabajando mediante el proyecto “Acciones complementarias para afianzar el negocio de los frutos de palmeras amazónicas de las comunidades nativas de los ríos Tapiche y Blanco”, con el objetivo de lograr la comercialización sostenible del fruto del ungurahui.

Hacer viable la comercialización del fruto del ungurahui como cualquier otro producto agrícola, exige realizar un análisis exhaustivo del mercado, que incluye el costo de producción, los precios de venta, la infraestructura y los canales de comercialización disponibles, asimismo, es fundamental evaluar la calidad y seguridad del producto que exige el mercado.
Este reto ha sido asumido por el equipo que lidera la línea de acción “Economía Indígena” a cargo de Carmen Ruiz, especialista en negocios forestales, y su equipo, conformado por voluntarios, tesistas y estudiantes de la Universidad Nacional de la Amazonía Peruana (UNAP), quienes vienen incursionando en la comunidad España – Río Blanco para dar los primeros pasos que posibiliten la comercialización de los frutos de la palmera de ungurahui.

La primera incursión tuvo como objetivo identificar el estado poblacional del ungurahui, mientras se analizaban, a la vez, los costos de producción y traslado; además, se buscó reforzar las prácticas de recolección sostenible y se recolectó una muestra de diferentes sectores para que D’ Souza, la empresa interesada en establecer un acuerdo comercial, pueda hacer un testeo de calidad del fruto del ungurahui.
El inventario de las palmeras de ungurahui se realizó en sectores estratégicos como Alejandría, Pobreza, España y el sector Carretera de la comunidad. Esta actividad permitió identificar las zonas con mayor abundancia de palmeras y las que ofrecían mejores condiciones logísticas; de esta manera, se pudo constatar que en Alejandría existe una alta densidad de palmeras; sin embargo, el acceso y los costos operativos son mayores a diferencia del sector carretera, que resultó más accesible para la recolección y con menores costos operativos.
La exploración en estos sectores también permitió observar que la población de palmeras de ungurahui adultas, para futura cosecha por hectárea, es mayor que la de los ejemplares juveniles, ya que en el primer caso representa el 74% y en el segundo, el 26%, aproximadamente. Este hecho es favorable porque posibilita tanto la reproducción y abundancia del ungurahui como su comercialización.
Mientras una parte del equipo realizaba el inventario, otro grupo se dedicaba a la recolección de los frutos del ungurahui que iban clasificando según su maduración y contenido de aceite. Actualmente, España – Río Blanco, a diferencia de aquellos tiempos en los que talaban las palmeras, utiliza el subidor maquisapa, un instrumento simple y fácil de usar, para recolectar los frutos de las palmeras sin necesidad de cortarlos.
La incorporación del subidor maquisapa ha marcado un punto de inflexión en las prácticas de recolección del ungurahui en la comunidad España-Río Blanco, ya que, gracias al acompañamiento del CEDIA y teniendo como vecinos a la Reserva Nacional Matsés, a través de talleres y capacitaciones, los comuneros y comuneras han fortalecido su visión comunitaria orientada a la conservación y vienen asegurando la regeneración del bosque.

Para Jaime Murayari García, apu de la comunidad, este cambio es fundamental porque sueña con que los niños y niñas aprendan desde pequeños a cuidar el bosque. Él quiere que comprendan que no es necesario talar los árboles para obtener sus frutos y, por eso, está convencido de que enseñar desde temprana edad es clave para mantener vivo ese conocimiento y así asegurar la continuidad del recurso.
Sin embargo, asegurar la continuidad del recurso como una fuente importante de ingresos económicos para la comunidad, implica también el involucramiento del Estado. La falta de acceso a servicios básicos, como el agua potable, limita la transformación del fruto y reduce las posibilidades de comercializar un producto de acuerdo a las necesidades y estándares del mercado.
Este factor no es el único que limita o pone en riesgo la consolidación y sostenibilidad de la cadena productiva del ungurahui u otros recursos amazónicos que podrían ayudar a las comunidades a salir de la pobreza, sino también el abandono del sistema educativo, que impide que los jóvenes se formen y desarrollen las habilidades necesarias para dar continuidad a este esfuerzo colectivo.
En este escenario, el interés y el apoyo de empresas privadas especializadas en el rubro son fundamentales; por ello el CEDIA, viene tratando con Candela, una empresa dedicada a la producción y comercialización de aceites y mantecas de frutos como el aguaje, el ungurahui y el cacao orgánico, quien se ha comprometido a brindar apoyo técnico para la consolidación de la cadena productiva del ungurahui, el aguaje deshidratado y el huicungo chancado en España-Río Blanco, a través de su gerente general, Guadalupe Lanao.
De hecho, hace poco, la empresa realizó una visita guiada a la comunidad, para poder conocer de primera mano el potencial de la zona y las necesidades para sacar adelante este proyecto de comercialización. El resultado ha sido positivo, en tanto Candela se comprometió a asignar a un técnico que permanecerá en la comunidad brindando acompañamiento y asesoramiento permanente en el procesamiento de los frutos de las palmeras.

Por su parte, Alejandro Barrios, representante de AJE, con quien también se han sostenido conversaciones, contó que la empresa está interesada en producir bebidas a base de ungurahui. Sin embargo, la comunidad no tiene la capacidad de abastecer con los 50 sacos que requiere la empresa de forma periódica, debido a los retos logísticos que esto representa y a la maduración desincronizada del fruto, provocada por el cambio climático.
Aun así, AJE está dispuesta a cubrir los costos de transporte, lo que podría significar una mejora económica para las familias productoras. Aunque todavía no hay un acuerdo cerrado, este primer acercamiento deja abierta la posibilidad de futuras colaboraciones.
Tras observar estos desafíos, el proyecto viene planteando nuevas estrategias que permitan iniciar la comercialización del fruto del ungurahui y es posible que en los próximos meses haya noticias favorables al respecto.
En su plan de vida, la visión de España-Río Blanco era haber logrado la revalorización de sus costumbres, la recuperación de sus conocimientos locales y el manejo de forma adecuada sus recursos naturales para generar ingresos económicos para sus familias al 2024. La posibilidad de comercializar sus frutos los acerca a alcanzar este propósito, que tantas veces se ha frustrado por la falta de apoyo.
Hoy existe una oportunidad real de mejorar sus ingresos económicos y reducir la situación de pobreza que enfrentan. Es momento de impulsar ese horizonte colectivo.
