Áreas Naturales Protegidas: valor cultural y contribución a la conservación de la diversidad biológica y al desarrollo sostenible
Por: Dani Rivera
Hace precisamente un año, con motivo del Día Internacional de la Diversidad Biológica, dedicamos el CEDIA Opina a la importancia de la diversidad biológica en la adaptación de nuestro país al cambio climático. Se mencionó que uno de los mecanismos más importantes que encuentra el Estado peruano para la conservación de la diversidad es, el establecimiento y gestión sostenible de las Áreas Naturales Protegidas (ANP). En esta oportunidad, profundizaremos en el aporte de las ANP a la conservación de la diversidad biológica en el Perú, destacaremos el valor cultural que éstas tienen y su contribución al desarrollo sostenible.
Según el artículo 1 de la Ley de Áreas Naturales Protegidas (Ley N°29834), éstas son creadas principalmente para “conservar la diversidad biológica y demás valores asociados de interés cultural, paisajístico y científico, así como por su contribución al desarrollo sostenible del país” (MINAM 2009). Se trata de una misión muy importante y que está íntimamente ligada con la sostenibilidad del desarrollo del país, pero no sólo desde el punto de vista ambiental, sino también desde el aspecto cultural y económico. Sobre esta importante misión, se pueden resaltar algunos aspectos importantes.
En primer lugar, la conservación de la diversidad biológica en sí misma, tiene una inmensa relevancia en nuestro país, dado que la geografía propia del Perú y su ubicación en el más importante Hotspot de diversidad en el mundo, nos han permitido contar con una impresionante variedad de ecosistemas, especies y sub especies que ponen al Perú entre los 15 países más diversos del mundo (MINAM 2016). Sin embargo, mantener está cualidad es también una inmensa tarea en un país que posee 11 ecorregiones, 28 de los 32 tipos de clima y 84 de las 117 zonas de vida del mundo (MINAM 2016). En la actualidad, el Sistema Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SINANPE) cubre alrededor del 18% de territorio nacional, con ANP ubicadas en la costa, sierra, selva y mar del Perú; y comprende categorías distintas que incluyen aquellas cuyo principal objetivo es la preservación de las especies y ecosistemas, hasta aquellas que promueven el uso sostenible de los recursos naturales.
Sin embargo, luego de reconocer la importancia de la diversidad biológica y la necesidad de su protección en sí misma, es necesario profundizar en sus valores asociados; es decir, la formas y razones por las que los seres humanos valoramos la biodiversidad. Dos de estos valores asociados a la diversidad biológica (Ley N°29834), son de mayor relevancia para la labor del Centro para el Desarrollo del Indígena Amazónico (CEDIA): el valor cultural y la contribución al desarrollo sostenible del país.
A lo largo de sus 36 años, CEDIA ha participado activamente en el proceso de establecimiento de nueve ANP en la Amazonía peruana. En todos estos casos, el trasfondo cultural de estas propuestas ha sido crucial. Un ejemplo de esta estrecha relación entre el valor cultural y la conservación de la diversidad biológica en las áreas naturales protegidas es el Santuario Nacional Megantoni en Cusco. Una iniciativa del Consejo Machiguenga del Río Urubamba- COMARU, apoyada por CEDIA, que nació de la necesidad de este pueblo de proteger uno de los lugares más importantes para la mitología Machiguenga, el Tonkini. Esta impresionante catarata en el Pongo de Mainique es, según las creencias del pueblo Machiguenga, un portal que une el mundo de los vivos con el de los muertos (de los espíritus), y según estas creencias, es necesaria para que los Machiguenga mantengan su inmortalidad, o el paso permanente y periódico entre el mundo de los vivos y los muertos. Un inventario biológico rápido llevado a cabo en el 2004, reveló que este gran valor cultural relevante para los Machiguenga, era complementado por una impresionante diversidad de orquídeas, formaciones geológicas únicas y varias especies endémicas y nuevas para la ciencia de reptiles, anfibios y peces.
De igual forma, las tres ANP que forman parte del complejo de Villcabamba y la Reserva Nacional Matsés, nacieron de la necesidad de los pueblos indígenas locales, de proteger espacios que formaban parte de sus territorios ancestrales, donde están arraigados, no solo sus mitos y lugares sagrados, sino también sus cementerios y antiguos asentamientos que son parte de su propia historia. Pero una vez más, estos valores culturales, se conjugan con una biodiversidad impresionante. Así, por ejemplo, la Reserva Nacional Matsés es tal vez el lugar más biodiverso del país.
Eso nos lleva al segundo valor asociado a la diversidad biológica en el que vamos a incidir: la contribución al desarrollo sostenible del país. Se trata de una discusión muy importante, pues lamentablemente se tiene la errada percepción de que el establecimiento de ANP constituye una barrera para el desarrollo. Por el contrario, existen muchos ejemplos de cómo el establecimiento de ANP impulsa la economía local. Y es necesario hacer énfasis en el término “local” pues, aunque no se excluye la inversión de capitales externos, son los vecinos y usuarios tradicionales de las ANP, los primeros llamados a disfrutar de sus beneficios. Lamentablemente, por muchos años, el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP) y sus instituciones cooperantes, hemos fallado en medir y mostrar de forma más clara esta contribución al desarrollo nacional.
Esto ha cambiado recientemente y se están haciendo grandes esfuerzos por medir la contribución de las ANP a las economías locales y al desarrollo nacional. En los últimos años, SERNANP ha desarrollado una serie mecanismos que promueven y regulan el uso sostenible de los recursos naturales en las ANP y sus zonas de amortiguamiento, como son los acuerdos de actividad menor, planes de manejo y acuerdos de conservación. Todos ellos orientados a la participación de las poblaciones locales y que permiten mostrar los resultados de la gestión, no sólo desde la perspectiva del control y vigilancia de las áreas, sino desde su aporte al desarrollo sostenible de su entorno y desde allí al desarrollo del país. Se trata de un avance muy importante hacia la eficiencia del gasto público, en un país que apunta a la asignación de presupuesto por resultados. Gracias a estos avances, el SERNANP se ha convertido en el ente rector del Programa Presupuestal (PP: 057), que busca “Mejora en la conservación de la diversidad biológica y aprovechamiento sostenible de los recursos naturales en ANP”.
Actualmente, CEDIA está desarrollando un proyecto en el complejo de ANP de Güeppí. Integrado por el Parque Nacional Güeppí y las Reservas Comunales Huimeki y Airo Pai. Estás ANP, declaradas como tales en el año 2012, luego de un largo proceso de categorización, fueron inicialmente propuestas como Zona Reservada por su alto valor de Biodiversidad, pero en el proceso de categorización, se identificó también su importante valor cultural para los pueblos Secoya y Kichwa y su gran potencial para el manejo de recursos ictiológicos, especialmente Paiche y Arahuana.
Al estar ubicado en el extremo norte del país, en la frontera de Perú, Ecuador y Colombia, el rol de estas ANP como promotoras del desarrollo sostenible es muy importante, pues en muchas ocasiones son la única representación permanente del Estado para las comunidades más alejadas. En pocos años, esto ha hecho que otras comunidades cercanas, pero que no eran beneficiarias directas de estas ANP, se sientan atraídas por este modelo de desarrollo sostenible y le pidan al Estado, a través del SERNANP, la ampliación de la Reserva Comunal Airo Pai a la margen derecha del río Napo. CEDIA ha asumido el compromiso con estas comunidades, sus organizaciones indígenas y el propio SERNANP, para hacer la investigaciones y gestiones necesarias que permitan atender este pedido. La ampliación de esta Reserva Comunal tendrá también un beneficio muy relevante para la conservación de la Biodiversidad, pues permitirá conectar, a través de esta ampliación, al Parque Nacional Yasuní en Ecuador (uno de los más biodiversos del mundo) con el corredor biológico tri-nacional formado por Perú, Ecuador y Colombia.